jueves, junio 18, 2015


TIPS DE MAQUILLAJE

I

Nacemos contra un jolgorio
de voces primerizas
Como una regurgitación de las entrañas
El primer llanto, el terrorismo del despertar,
el alivio de los presentes
Nos crecen manos en las orejas
Ventanas sobre la espalda
Ojos bajo los pies
Cardos tallan la lengua
Todo lo que nos circunda
Todo es la maravilla
Vivimos como un pez, con la esperanza del anzuelo
Nos descuidamos por vanidad


Cada año se es más vicioso
Cada año se está más sediento

II

“La mujer siempre es la dura”
“Ya no estés triste” te dicen
Nos dieron la tristeza... ¿para qué?
¿Acaso es un sentir-desperdicio?
¿Por qué nos cuasi prohíben llorar?
Nos hablan del macho, nos etiquetan cual ganado
Nos censuran desde chiquillos
Es así como nos van envolviendo
Nos van haciendo los caraduras
Nos enlistan en las filas del personal circense,
irónicamente nos quieren normalizar
entre un rebaño de personajes inauditos,
fenómenos / feminoides
Nos van inculcando el rol del payaso
Poner la sonrisa labio a labio ante cada adversidad
“Al mal tiempo, buena cara”
Nos van inyectando la dosis de farsa
Y después nos llaman ‘mentirosos’ ‘indolentes’ ‘insensibles’ ‘inconmovibles’ y así otros cuantos ‘in’soportables apodos
Jueputa ¿por qué sienten lástima por ese hombre que llora?
¿Por qué se acongojan, se compadecen, o se hermanan con el hombre que llora?
¿Por qué, a hurtadillas, se entre-comentan, miradlo, está llorando?
Como una jevita, como una nena
¿por qué no puede ese hombre llorar en paz, y sin aspavientos?
sin tanto testigo de dedo indicativo, sin tanto siseo viborezno


Quizá ese hombre llorase por la muerte de una madre, o del padre
Quizá ese hombre llora por el abandono a un hijo, por la muerte del hijo
Quizá ese hombre llora por la muerte de una estrella, por la misión espacial fallida
Quizá tras la canción hay un recuerdo que le estalla las entrañas, y entonces los lacrimales
Quizá ese hombre no llora por un amor que le dejó
Quizá ese hombre llora por un amor que aún le queda...
le queda dentro
Como un pegote aglutinándose entre las entrañas
Como una estaca anti-vampiros
Como toda el agua de una presa inundada
Como el último suspiro, el que se da antes de quedarse tieso,
así lo atesora
Algunos encuentran la excusa:
‘No, es que le cayó una basura en el ojo’
Habrase oído semejante desperdicio salival
Decir tal cosa es la única basura presente en el asunto
Habrase dicho semejante estupidez
¿Cómo hijueputas le va a caer a uno una basura en el ojo?
Es decir, pintémonos la bolsa negra de basura,
‘la tobita’, entrándole a uno en la diminuta cavidad
que preside el espacio entre globo ocular y párpado
A uno le cae un objeto de tal talante, y mínimo un moretón deja.
Ahí sí pueda que llore por el dolor ocasionado
porque ‘le cayó una basura en el ojo’
Y es más ¿a quién demonios se le ocurre abrir así de inmenso los ojos?
¿Qué no ven toda la mugre que revuela por la tierra, y luego cae como cagadas de paloma?
Es triste el llanto. Y el dolor se llora. La alegría también a veces.

Cuando Roberth Smith y compañía escribían ‘Boys don’t cry’, gemían, como jevitas
El llanto es una consagración del sufrimiento
El llanto es triste, en su mayoría

Más triste es esconderlo















III

¿A quién agradece uno? ¿al hombre que inventó la máquina
o a la máquina que deshizo al hombre?
¡Cuántos de ellos un corazón en un pedal!
¡Cuántos de ellos habrán cincelado / bruñido / ceñido mi lápiz?
¿A cuántos les debo? ¿Qué les debo?
Al amor que me dejó, no le debo nada
Yo, al menos no plata pues
Eso ya es bastante decir
Aún respeto le debo. Y del amor los intereses variables
El amor que me dejó no me debe ni rabia, ni siquiera dolor
Sí, coño, de bola que va doliéndome
Pero uno se hace el que no
Solo que uno no se hace el toche, no va haciéndose el de Mérida
En cambio uno...
Uno se hace el poeta
Es que uno es realengo, y no soporta la patá
Por eso se duele sin que se note


Hay poemas que uno los lee
y es como si estuviese leyendo una Torre de Pisa
Magnánima masa marmolada
Imponente, inertemente brillante
Petrificada y anclada
Pero uno lee el poema
y la ve a aquella vibrando
Aferrándose, esgrimiéndose derrotada
Más inclinada que de costumbre, sucumbiendo ante el barullo
Supurando sus raíces
Crujiéndose / deviniéndose / escombrándose
Así se cimbra uno por dentro
Todo alrededor se escombra
Así quedo yo. No con el amor que se fue
Sino con todo el remanente del amor
que dentro me queda. Escombrado.
¿Y se siguen preguntando los motivos
del llanto de aquel hombre?

Nuestra primera palabra al nacer, necesaria para sobrevivir
es el llanto

IV


Esto que somos, es muy poquito
Este es el dedo que aplasta la hormiga
El sello se moja en el tintero
El papel a merced de la marca de la bestia
Este es mi dedo, que aplasta mi llaga
Este es mi dedo, que se levanta y señala al cielo
Esta es mi mano, la que se apuesta contra tu sonrisa
Este es mi dedo, el que te elige


Hay un gusano de seda sobre mi vientre
Siembra su cabeza dentro del ombligo
Ahora me contamina con su pronta muerte
Un agujero de plástico
por donde se me escapa la procreación
Pariendo las batallas de los guijarros
que voy juntando para reconstruirme
Hacer del frasco un envase, para guardar nuestros triunfos recientes, como un merecido trofeo
 


Tiempo también tengo, para ayudarte a juntar tus guijarros
Y fundarte nuevamente, estoica
Fundarte una bella fortaleza con alma
Hay un altar repleto de velas que hierven
Se apelmazan como un único fango
¿Cómo vino a suceder que yo, que soy hijo de la leche,
pueda proyectar esta horda de manchas lascivas
en todas direcciones?
¿Cómo vino a suceder que mi cabeza, que era una militante del olvido,
ahora te recuerde como si fuese ayer?
¿Cómo se le ocurre a dios alguno,

ser tan irónico de juntarnos brevemente, 
separarnos ochocientos kilómetros de distancia,
y dejarnos con los corazones amalgamados?
¿Quién se cree que yo no soy capaz de afrontar tamaño desafío?
“Nunca fue tan breve una despedida”
“Nunca desprecié una causa pérdida”
En este juego de la ausencia, en este reto de la separación
yo me auto-proclamo vencedor
Para mis ojos no hay distancia que valga
Para mi voluntad ningún muro, ni el que hubo en Berlín,
Ni aun la gran muralla China, o el Kilimanjaro
Nada me puede contener
Nada a mi amor es infranqueable
Yo me declaro vencedor
Me compadezco del que me dude
Cuando juré mi mano sobre tu frente
Fue esa nuestra primera victoria
Cuando juntamos nuestras bocas
para remendar nuestra singular historia
Fue ese mi primer Hiroshima
Cuando nuestros cuerpos retozaron,
bajo la opacidad de un cielo de Mayo
acoplados como venas a la sangre
unísonos como gloria a las campanas
Esa nuestra declaración de independencia
Cuando caminamos juntos por las plazas
Sonriéndole a los niños de la calle
Haciéndole remolinos al viento
Persiguiendo las busetas más allá de las paradas
Con el ánimo de tendernos en el pasto, y quedarnos allí
por siempre sembrados
Fue nuestra mayor proclamación de Paz
Necios ilusos aquellos que me pidan que regrese
Y vuelva a ser lo que fui antes de ti


V

En esta hora lenta
Eso es lo que yo quiero oír
A los gallos roncos manchando con su espuela
las vanas plegarias de los envidiosos
Llamando al alba, para que nos haga un retrato
del como exudamos esta cordial felicidad
Sin miedo alguno a los que desandan
Los gallos roncos espantan también la desesperanza
De sus gargüeros emana el brillo del sol
Contra sus plumas se revientan nuestros miedos
Entonces con el día llega nuestra consagración
La verdad del lugar al que confluyen nuestros pasos
Entonces con la noche, no la derrota, no la mentira
Con la noche llega la muerte
De aquellos que nos vilipendian
Porque nos piensan muertos
 


Mientras nuestra sonora sonrisa
que se afianza como una burbuja en el silencio
va haciendo papagayos en el aire


No hay derrota lo suficientemente grande, ni victoria insignificante, cuando se juntan dos corazones. ADn.
El duende soñador, Junio 17 de 2015. Villa del Rosario.

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