viernes, junio 19, 2009

LA LUZ DEL CIEGO



Tanto no mirar, me cansa
Tanto debate, tanta anarquía
y tanto derrumbe

Se sabe que el día acaba,
que el sol se oculta y
la noche se apretuja entre
la neblina, los neones, las vitrinas
Yo, cohibido de la muchedumbre,
me siento como un inquilino,
inocuo en esta reducida habitación
nauseabunda a soledad

En los parques
en el café, en sus trabajos,
las gentes hablan.
Algunos hablan del fútbol,
otros de economía,
pocos del avión que cayó ayer,
muchos de política,
todos de sí mismos
Yo converso con la sombra,
sombra que fui, la misma que soy
la que hoy no quisiera ser

Tanto no mirar, me despoja,
me mete cizaña, me infunde temor
me contagia este cólera que... ¡Maldita sea!
Sí, este rencor, este rencor...
A veces quisiera el no va más,
el hasta aquí llega el tren,
el desde hoy solo cenizas

Cuanta muerte, cuanta mentira,
cuanta calumnia
¿Cuanta ingenuidad hay que tragarse?
Ya no hay gentes felices,
digo, felices como antes,
ya quedan pocas gentes fiables,
y yo ni siquiera sé si puedo fiarme de mi mismo
Harto engaño he vivido

Es una tragedia,
o una tragicomedia mejor
Tanto dar, tanto insistir,
tanta espera,
tanto no querer mirar la mentira
y esta sentada aquí al lado mío
susurrándome

El sol, ese tímido, huye,
se esconde,
puntualmente como es lo usual,
yo desesperado,
corro tras él
para que me comparta su escondite,
y así evadirnos del mundo

Entonces otra vez el manto negro
se acicala y
se acurruca entre los faroles,
camina entre el vaivén del viento,
se inmuta sobre la arboleda
Allí en cualquier callejón,
queda el pobre ciego,
pobre sí, pero calmo,
tan inocente y ausente
a toda esta falacia
su luz no es la de un sol fugitivo,
su sombra no vaga la mullida noche
Yo, cansado de tanto no mirar
y sin embargo
consciente de toda esta falsedad,
sigo tozudo
aunque desconfiado
estoy con los ojos no cerrados
más bien necios, sin candidez
conteniendo la mirada
para ver si de esta manera consigo
un ápice de felicidad
en esta luz del ciego
que ahora es también mi luz