jueves, junio 18, 2015

AGÜERO DE LOS SIN NOMBRE

















Los dos loros dormían
como un gancho pendiendo de la nada
Yo simplemente contemplaba su prisión
No la de barrotes...
la del plumaje verde-amarelho
Como una avalancha de lodo
me derrumbaba ante los sucedáneos pensamientos
A pesar de las voces circundantes
A pesar de las risas, los chasquidos
El recambio alimento / moneda, moneda / alimento
Yo me desvanecía como algún humo existencial
Ya no estaba yo conmigo
Ya no estaba yo en ellos
Ya no estaba yo en nadie
Quería estar en el eco de mis infortunios
Quería que fuese como estar en mitad de la vía
arriesgando la suerte
A la expectativa de la embestida metálica
Desaparecer
atropellado por la máquina que mi mano creó
Esto que me queda de nosotros
La tristeza del hijo
El reclamo del hijo
La melancolía del hijo
El hijo que ahora es
Fue el hijo que yo he sido
Con las manos sobre mi cara; abatido






















Todos abandonamos el campo
Lustramos los andenes con nuestras aspiraciones
pretendiendo que algún brillo aparezca
Escupimos a las avenidas nuestros fracasos
como si no bastase ya con el ruido del tráfico
Vemos la culpa en las cabezas desgranadas de los demás
pero nunca nos auto-censuramos
La catarata no condena su caída
La catarata solo cae, sigue su cauce, luego se ensancha
Da vida a millones de cosas
como a la vastedad inexplorable de la selva
como a la timidez del elegante manatí
como a los nidos de que se cuelgan las orquídeas salvajes
como a las danzantes toninas rosadas
como al canto místico del chamán aborigen
como al rugido reivindicativo del jagüar
como a la vigilante ceiba, protectora de amplios confines
como al llamado clandestino del aragüato
como a la madriguera incesante de las hormigas
como al flamante galopar de las guacamayas
como al ronroneo de las piedras en la Amazonía
como a todos esos moradores al acecho
de los que pretendan amedrentar estas sagradas tierras
La catarata es un milagro desafiante
se abre como una puerta a lo indomable
en su peregrinación, se hace una con el mar
luego es un océano de posibilidades





















La catarata es una avalancha desmedida
Es la palabra sometida, confiada entre los algodones
Es la confesión del compungido
afanado al deslastrar toda la espesa carga
No olvides pequeña calma, algunas fieras de la selva
son traicioneras
Clavan los dientes por la espalda
Desgarran los momentos de evacuación
Son infalibles cuando te huelen tuerto
harto, desvalido, intolerante
Sacan lo podrido de entre sus hocicos
para darte muerte ante otras bocas fatídicas
No lo olvides pequeña calma
La noche la hizo el monte, para reconciliarnos
con nuestros más fervientes sueños
La noche no es una amenaza de la melancolía,
pero la melancolía a veces acompaña al reguero de estrellas
La noche es un cebo para los que vemos mucho más allá
de los contextos en que se despiertan los afligidos
No olvides pequeña luna
Por muy tenue que alumbres esta hora oscura
Yo aún puedo reflejarla sobre tu estela


Ella está aquí a mi lado, con el encanto de su mirada
arrullando mis ansiedades
con la caricia de sus cabellos endulzando mis cansadas manos
Ella está aquí, conmigo, a cada instante
Y por negra que arrojes tu saliva venenosa
Por inmunda que quieras perpetrarme en tu puñal
A ella, que es mi noble luz, jamás la abandono.


 



En esa luz abrigadora que mana de tu piel, en esa luz confío. ADn.
El duende soñador, Junio 18 de 2015. Villa del Rosario.

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