jueves, junio 25, 2015

ACERTIJO



 













adivina adivinador:
hay ante los oídos de dios
un eco más grande
que la suma de los sonidos del mundo
la noche es menos noche
cuando el aullido del lobo
nos busca colgando desde las telarañas
en su telegrama urgente
la ausencia no es más que una luz
que se eleva fulminante
para iluminar la inmensidad de los desiertos
que pululan entre nosotros
¿a qué suena el eco?
inútil negarnos a los pesares
a sabiendas de que las farmacias
no expenden curas ni municiones
que la ley prohíbe rescatar
a los que se enfadan con el odio
o a los que se enamoran como dos locos
malgastando las paredes con su sangre
bajo el foco de un resplandor
celeste de luna
pero esconderse de la luz
o de cualquier otra tormenta
a sabiendas que igual hay otros
que nos iluminan
o nos mojan
o nos desnudan
sin que nos enteremos
no basta
con desgano aprendí hace tiempo
que debajo de mi hocico vive
un corazón que se desmanda
un corazón pendejo, con herradura
pendejo, pero bueno,
late al menos
sin respaldo, sin lamento
late montañoso
late celador
late cegado
late para todos
late por esa mujer
late animal
late efusivo
late al menos

para todo en esta vida
existe una etiqueta
cuándo las almas se desgastan
cuándo no hay más que vacío
con suficiente espacio para llenar
cuando las calles arrastran soledad
cuando las esquinas están chuecas
cuando los faroles se van a dormir
cuándo dos locos se enamoran
a pesar de la pared
que logra solo separarles la mirada
¿a qué suena el eco?




 










La distancia no es tal cosa tan masacrante como dicen. ADn.
El duende soñador, Junio 25 de 2015. Villa del Rosario.

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