lunes, agosto 10, 2009

Yo que vos



Yo que vos me guardaba esa sonrisa
desbaratada
y me iba haciendo a la idea
de que su frugal compañía
en adelante será una vacante
ocupada por el silencio
Yo que vos me tiraba en el viejo catre,
apretujaba la mugre almohada
y dejaba salir ese rabioso llanto
que te estrangula las verdades
y te carcome la conciencia
Vaya que tienes cojones
para bancarte esa cruel tristeza
que llevas por dentro
en lugar de reventarte el pecho
para dejar que fluya todo ese alquitrán
que llevas acumulando tanto tiempo
¡Que de nada te vale ya!
¡Que ya te hace mucho peso!
Yo que vos me espiaba los demonios
que te acosan en tu tozudez,
tu mezquindad, tu miserable envidia...
Yo que vos me quitaba la venda de los ojos
para que te dieras cuenta del fiasco que sos,
de que te tienen lástima
por hacerte víctima y
victimario
Yo que vos, me encerraba en una gaveta
me comía los lamentos
y me guardaba las excusas
aunque fuesen incuestionables
¡A quien le importa!
Yo que vos no me delataría
e intentaría persuadirles
de que la vida, con sus baches y todo,
te sienta bien, te trata bien...
cuando la verdad es que no te comparte
ni migajas
Yo que vos me gastaría los centavos
que te quedan en el bolsillo del
harapo que te viste,
en una pizca de alegría,
para ahuyentar a los que te juzgan
de ser un títere inanimado
Vaya que tienes cojones
para aguantarte los golpes
que te atinan
no precisamente en la humanidad
sino en un rincón más blando
Yo que vos dejaba de ser tan triste,
dejaba de ser payaso,
y de una vez por todas
rompía el molde del tu y yo
para componer únicamente uno
que fuese solo yo,
porque a la final solo tu puedes ser tu,
y yo con vos no puedo ser yo
Yo que vos me daba la vuelta
y me contemplaba en el espejo
llorando a borbotones
como el mal chiste que soy
como una cascada de disculpas
que no tiene perdón alguno
Yo que vos me sentaría en el balcón
a mirar la calle,
y saludaría a la gente que pasa
para así darme cuenta
de que en realidad
estoy tan solo como vos
Vaya que tienes cojones
para bancarte esta cruel tristeza
que llevas por dentro
en lugar de reventarte el pecho
para dejar que fluya todo ese alquitrán
con el que vas manchando
todos tus buenos y malos
recuerdos