lunes, noviembre 19, 2007

Sabes Bien

Ahora que dormida te contemplo,
conquistando algún imperio,
seguramente estarás.



Y tu cuerpo se acomoda al lecho,
procurando algún calor,
el que yo no te he de dar.

Partirás, con los labios entreabiertos.
Partirás, con la risa puesta al viento.

Eras huracán que sostenía
voluntades al azar,
sin temor a destrozar.

Y el silencio de los rostros
en tu alma se encogía,
ya sin ganas de gritar.

Partirás, con las huellas empapadas.
Partirás, con mi alma a tu alma anclada.



Sabes bien, que aunque tengas que partir,
seguirás aquí...
Sabes bien, a pesar de que te has ido,
aquí estas al lado mío...

¿Para qué torcernos más las manos,
si de ellas no brotarán confesiones?
¿Para qué apretujar un corazón
que no siente más dolor?
¿Para qué aguantar el llanto?
¿Para qué decirte esto?
¿Para qué vendar los ojos,
si ambos estamos ciegos?
Sabes que al llegar hasta el umbral,
ya no estaremos...



Fuiste un nombre con voz de irreverencia.
Fuiste un nombre imantado a mis pupilas.
Fuiste tu, y yo nunca te encontré,
ni en los huesos de la bruma,
ni en las cartas de tu piel,
siempre tu, mojando con la lluvia,
de la cual me refugié.



Y ahora que decides esparcir tus hojas secas,
confinándome a tus pasos,
no puedo seguirte.

Cada vez que vea el sol muriendo,
al ocultarse del mundo,
vendrás para luego irte.



Partirás, con los días borrascosos.
Partirás, y yo te veré...

¿Para qué torcernos más las manos,
si en tus manos callaré?
¿Para qué quieres curar a un hombre roto,
si mañana me hundiré?
¿Para qué embriagarme tanto,
si ya no te olvidaré?
¿Para qué evitar el llanto?
Recordarte ¿Para qué?



Sabes bien, aunque hayas de partir,
de tu voz, un eco se queda aquí.
Lo sé bien, sé muy bien que has de marcharte,
pero en mi te quedarás,
en mis labios sin tu nombre,
en el lecho, en el umbral,
saltarás desde la hiedra,
quedándote en mis tinieblas...

Ahora que dormida te contemplo,
conquistado algún imperio,
seguramente reinarás.

Y tu cuerpo se despierta lento,
impetrando algo de amor,
el que yo no te negué...
El que yo no hube de darte,
pero igual te regalé.



Sabes bien, que mañana no estarás.
Lo sé bien, muy bien, pero no mi terquedad.
Sabes bien, que entumecerás mis días,
Sabes bien...
que te quedarás, no en tu cuerpo ni en mi piel,
no en tus manos ni en las mías,
ni en las glorias de papel, ni en las noches de ambrosía…
Te irás lejos, de las horas del ayer,
robando mi algarabía,
pero siempre regresarás, lo sé muy bien,
recubierta… convertida en poesías.



Partirás, con mis ojos desvelando tu mirar.
Partirás, con tu risa... con tu risa y nada más.

viernes, noviembre 16, 2007

Un Lamento Mudo



Mudos palidecen en procura de sus recuerdos.

Sus ojos fijos, observan la eterna cadencia de la ignorancia propia,
y dentro de sí mismos, escarbando esta un sentir herido, un poco malogrado,
pero lleno de curitas que han cumplido su papel al hilo: Sanar.

Mudos, como dos rocas sordas, empeñados en silenciar el tintinear del oleaje...
Transcurre otro silencio, hondo, tembloroso, un instante sordo que llama a los elegidos,
los cubre con su nube de vahído,
dos silencios, profundos
Uno tuyo...
Uno mío...

¿En que rígida vara te encuentras tu, equilibrándote?
¿Cuándo dejaré yo de tambalearme como un tonto entre tus maneras?



¡Ay del hombre cuando es mudo!

¡Ay del hombre cuando rompe su silencio!
¡Ay de mi, que he estado dispuesto, a punto de hacerlo!
¡Ay de ti, por lo que habrán de digerir tus oídos y tu palpitar!

Mejor, algún día inventaré un canto extraño, que te circunde,
que te hable por mi, un canto inteligible, no este chapurreo inane...
En una confesión perecerá ese grito franco, pues, al fin y al cabo,
solo será una tímida caricia, que te flanqueará el alma.

Yo solo quiero que en tu albur permanezca una huellita mía,
que de tu mente no desvanezca alguna remembranza buena que te haga sentir cerca de mi,
que tu sepas lo que ya sabes, pero que yo quiero decirte,
que yo procuraré no volverlo a repetir tan fuerte...
solo un poco quedo, para que tu no termines de enterarte,
solo un poco suave, para que no creas que es mentira,
tal vez en cascadita, para que nunca se te olvide...



¡Ay de ti que no conoces cuanto invade mi tristeza!
¡Ay de ti que aun no sientes como afianza mi alegría por vos!
¡Ay del mundo, que yo no deseo descubrir tu llanto!
¡Ay de mi si no presiento esa mirada sincera!
¡Ay del hombre, que por fobia al temblor, no agita sus palabras
y se queda solo, mudo, encerrado en un "pudo ser", condenado a su evocación!
Ay mi vida, linda que has sido conmigo ¡Que escaladas que propones!
¡Y yo que incauto, las acepto!
¡Ay corazón mío, esta mudez es muy lenta, pesada y apesadumbrada!
¡Ay que a su lado, o alejado, permanece inmaculado este berretín!
¡Ay silencio, como me revientas!
En cambio tu, ¡Mira que sos duro de reventar!




martes, octubre 30, 2007

Cuando Le Diga Que Sos Mi Niña

Hieres, apasionas, obsesionas muchas veces,
e incluso te atreves a matar

- inescrupulosamente...



¿Por qué sos asi mi niña?
Nos quemas el pecho y le atizas, para que arda como un infierno,
nos arremolinas el pasado con el presente y el futuro,
y nos regalas sueños lindos, pero repletos de un carcomiente titubeo.

¿Por qué? Dime mi niña.
Haces que el cuerdo adopte en su vientre famélico
una locura de mariposas agitadas,
le haces probar tu osado dulzor...
le amenazas con tus dardos de juguete,
le pintas una fábula, y luego le besas la frente, solo un poco, muy tenue...



Vaya que esa grandeza que tu posees es tan indeterminable como
la edad espacial.
Vaya que tu odisea y arrojo son mayores que los de
cualquier ejercito pretoriano.

Que como la esperma derretida de los cirios,
se desvanezcan los labios de todo ruin y nefasto humano
que tizne tu pureza en nombre de la mentira y su perfidia.
Que su corazón se pudra como una fruta agria,
y que se apiaden las estrellas de su alma perversa.

He proferido mi maldición, niña mía...



Que lástima se produce en mi, al observar perplejo como los seres humanos
tan fácilmente nos dejamos invadir por las sombras brunas y mordientes de las manta rayas.
Es un temor recalcitrante, que nos neutraliza y cala hasta en los nervios,
nos hace lerdos, nos transforma en seres inocuos,
ocasiona esa ceguera inaudita que es una catarata incuria, que va, de a poco en poco, encapotando la razón.



Miedo, miedo y nada más que un simple y testarudo miedo...

Mi niña, ellos te temen con el temor que se siente por un
horripilante monstruo de mil cabezas.

¡Que estupidez!

Míralos tratando de rehuirte.
Míralos como desesperan en su intento por trepar, y sin alientos ya,
se disgregan sobre tu escarpada cuesta.



Bien sabes mi niña que estamos imantados a tus eternos brazos,
a tu pecho benévolo, al candor de tu cuerpo,
a tu límpido y precioso halo.
Canjear ese temor por decisión, por la iniciativa,
podría ser la solución a muchos de los males que nos aquejan,
a las preocupaciones, a nuestras incongruencias...
podría aportarnos muchos granos de paz.

En mi vida ya no existe esa manta raya, mi vida ahora viste orgullosa
un velo transparente, inmaculado, puro, justamente como vos mi niña.

Esta tarde, cuando le vea, te pronunciare con todas mis fuerzas,
gritaré tu nombre niña mía, y entonces ella lo sabrá,
cuando le diga que sos amor y que ella es mi niña.



jueves, octubre 11, 2007

Aves Negras

V
inieron miles de sueños a posarse sobre mi lecho,
y como una bandada de aves negras
en una noche platinada,
rompieron el silencio de mi calma etérea...



En ellos, galaxias colisionaron entre sí,

y al preñar al Universo, de este retoñaron millares de estrellas

que se quedaron atrapadas en el infinito brillo de tus ojos,

aquellos ojos de los que mi mirada también quedó hecha presa.


Cerré las ventanas y le puse un velo a mis pensamientos
para tratar de no retornar a esos planetas perfectos que me he inventado,
pero es imposible dejar de viajar entre tus nebulosas siluetas,
y entonces el recuerdo y el deseo se hicieron presentes nuevamente,
como las cenizas al fuego, como el rocío a la lluvia,

como tu al ideal...



Las arenas reclamaron cardos,
pero en ti nunca vi espinas,
así que te hundiste en las dunas ambiciosas,
tratando de fundirte en su vasto desierto
y convertirte en mis espejismos,
pero más tarde descubriste que siempre has sido la mar,
aquella mar que antes he visto bañando tu espalda
y coronándote de blanca espuma,
aquella mar arrebatada y misteriosa,
profunda, a veces impasible,
aquella mar en la que yo he naufragado,
por testarudo,
por querer sentir tu querer,
un querer agónico,
un querer que he querido rescatar,
como una joya de tesoros invaluables,
una encomiable misión que se me revela acaso inalcanzable...



Yo no quería esta incertidumbre,
pero te atreviste a escabullirte en mis preludios de sueños,
sin pedir permiso,
aquellos sueños en los que te vi
iluminando con un rayo de sol que se colaba
entre los nubarrones borrascosos,
el vacío inmortal cuyo peso fue mi grillete,
mi cadena perpetua,
tu piel fue un destello que refulgía
sobre los ocres de la tierra,
resplandeciendo sobre los azulejos de las aguas,
desparramado sobre los verdes pastizales,
esclavizando los montes con sus ropajes de nieves perennes,
igualando al cielo en su pureza…



Me trajiste el silencio con su curioso lenguaje,
tan callado...

Silencio, si tu conocieras el vértigo de las palabras,
me invadirías de por vida,
pero el temor es poca cosa
comparado con lo poderoso que se siente estar a su lado,
sin poder desatar la furia de los sentimientos.

Me concediste el tiempo, pero,

todos los relojes del mundo no son suficientes,
porque nada llega a tiempo...

Nada llega a tiempo,
ni tus manos que se pierden entre la bruma,
ni tus labios que se esconden en la luna gris,
tampoco las palabras que hace tanto se apelmazaron sobre mi lengua,
pesan como un yugo, queman como brasas,
se atiborran formando un tumor que empalaga la garganta,
por mucho tiempo han intentado escabullirse
pero se han visto impedidas por mi falta coraje,
por mi exceso de cordura...



¿Por qué ella?...
¿Por qué tu? ¿Por qué yo?
Las mismas preguntas cabalgando sobre un calco empecinado.
Pienso que tal vez sea a causa de esta soledad,
que apretuja y arranca el alma, amilana...
Puede ser la costumbre a tus locuras,
a tus símiles...
La costumbre al resplandor de tu risa,
a la sagacidad de tus palabras, a la alegría de tu cuerpo...
La costumbre a la prisión de tus ojos,
a la justicia de tu mirada, a la inocencia de tu andar...
Acostumbrado al ruido de tu nombre, a tu futuro desdibujado,
a lo extraño de tus virtudes...
Acostumbrado a la costumbre.

O tal vez sean las verdades que me he empeñado en negarme.

Malditas palabras, sé que algún día,
cuando esas aves negras callen,
no aguantaré más,
tendré que liberarlas a gritos,
y el viento se encargará de susurrarlas a tus oídos,
para que sepas que imagine como te quebraban la vida
aquellas lágrimas que lavaron tus penas,
y que sentí aquellos últimos alientos con los cuales perecían
los pedacitos de amor que te restaban.
Que sepas que esa herida no fue solo tuya,
yo también la hice mía,
profunda, abierta, insufrible,
todo con el propósito de ayudarte a curarla…
Pero la cicatriz, esa no te la pude borrar,
porque dicha herida te la infligieron en el alma...



Quiero que sepas que en tu ausencia, yo fui tu sombra.


Me despido antes de que partas,
con esta mirada atemorizada,
con tu nombre en un suspiro,
sin promesas,
sin más nada que un hondo silencio.

Y no quisiera quedarme aquí, anclado,
viéndote con ojos de ilusión,
pero es inevitable el querer sentir
esas lanzas atravesándome y desgarrando cada sentido,
como aguijones ponzoñosos de avispas cultivadas en mi propio enjambre,
es una adicción sustituta a esa dosis de amnesia que encargue y que aun no he recibido...
Es solo otra excusa para sepultar en los días pasados
las imágenes azules que tapizan mi cabeza.



Hoy, incapaz de seguir ocultando la esperanza de mi mirada,
me arranque los ojos,
y los arroje a los cuervos.

martes, septiembre 11, 2007

Cuando Te Robas La Luna



¿Para qué despertarte luna?
Si tú soñando, desgranas el cielo
¿Para qué rogarte que te muestres?
Si tus adagios son solo anhelos

Pero dime luna,
¿Por qué insistes en reflejar su espectro?
No ves que lo que quiero es que se marche,
que se vaya y otorgue alas a su vuelo;
que parta y no acreciente más este desdén,
que se ofusque mi memoria,
que retorne a su edén



Tu arrullo se lo pintaste en la cara,
tu menguando, ella sonriendo,
embelesada danzaba, como ríos con su lecho,
y mil granates emergían, iban corriendo,
cuales bandidos a enterrarse entre su pecho

Cada noche en plenitud aparecías
y su rostro iluminado era de ensueño,
inmersa en sus humildes fantasías
se tragaba el oscuro firmamento,
yo perplejo y atónito fingía,
imaginando que era su guardián de acero



Luna, tu nunca fuiste mía,
ni del sol, ni del invierno,
más a veces en mis sueños presentía
que me arrebatabas de la boca un beso,
y fulgurando con lasciva tentación
te remordía de tu sino hacerme preso

No, nunca me importó que te irías,
llevándote a la luna enclaustrada en aquel cofre añejo,
desde el principio de los años sapiencia yo tenia
de que tus alambres se trenzaban,
reconstruyendo tus fueros.
Lo que me preocupa es que te me has ido,
sublimando todo grito lastimero,
me preocupa que te has ido para siempre,
y me has dejado tu recuerdo, vehemente.

Haciendo Un Aparte



Saludos.
Esta es la primera vez que uso mi blog para publicar algo distinto a una poesía. Pues resulta que hace unas semanas atrás, una señorita, quien muy amablemente, acepto visitar mi blog, me dejó sorpresivamente agradado al otorgarme un premio denominado Thinking Blogger Award. Este post no tiene la intención de jactarme del haber recibido dicho reconocimiento, que aunque para algunos parezca una pequeñez, pues para mi es algo muy gratificante, al saber que existe gente que aprecia las sencillas palabras que se me derraman sobre este espacio virtual. Este post lo hago simplemente para agradecerle a alejandra_writer por tan cordial distinción, e invitarlos a visitar el blog de esta emotiva señorita http://aficionesdealejandra.blogspot.com/, para que lean algunas de sus "locuras" como ella le llama.

Una vez más, gracias Alejandra, estamos en contacto.

Un caluroso abrazo para todos.

El duende soñador

viernes, agosto 03, 2007

Un Tango Muerto

Este es un tango, un tango muerto
nacido en la penumbra de mi corazón,
este corazón desvencijado

ya por el tiempo, por el desamor

Y es que cuando un amor se muere,
nos lo arrancan de las manos,
tal vez sea porque nunca
aprendimos a cuidarlo,

se nos mancha toda el alma
de dolor y frustración
por perder al ser querido...

me consuelo en el licor


Y si este vino es mi sangre
que se derrame todo,

y que brote de sus charcos

el amor que te falló


Este es un tango, un tango muerto,
tan solo un canto que no escucharás,

y esta es la copa donde he vertido

mis amoríos y mi soledad


Al dar la vuelta a otra hoja
me he dado cuenta, quizá muy tarde,

que mi nostalgia jamás se irá
,
ni esta desdicha, la muy burlona,

juega conmigo a voluntad

Ahora que partes, giras el mundo,
es mi desgracia tu felicidad,
vaga risueña por esta vida
que de amarguras jamás sabrás,
yo te doy gracias amada mía,
solo te pido un último favor...
Que me guardes en un pedacito,
en un retazo de tu corazón

Este es un tango, un tango muerto,
es otro canto que jamás oirás,
desde las pampas, amada mía,
en todo canto se te recordará

Al filo de la navaja
no le importan los colores,
ni las flores que se posan
sobre tu pecho, mujer,
arráncame el sentimiento
y consérvalo contigo,
pa' buscarte eternamente
cuando vea el amanecer,
la brisa desesperada
me murmulla aún tu nombre,
pero si el puñal atina
tal vez no te vuelva a ver

Y si de esta herida es mi sangre
que se derrame toda,
y que brote de sus charcos
el amor que te faltó...
ese amor que aun no encuentras...
aquel amor que se murió...

Nota: Dedicado a mi mejor y querida amiga I.J.M.S., por ser una mujer excepcional y porque fue ella quien, inconsciente e inocentemente, me dió la idea para concretar las palabras que se conjugan en este escrito, en este tango. A todos se nos muere algún amor en la vida, lo bueno es que el amor siempre resucita. Gracias por la inspiración.

martes, abril 17, 2007

Surarica, La Tirana

Luciérnagas malditas, acallen sus centelleantes luces,
esta esperanza es débil y se agota como el rocío de la mañana,
es oscuridad donde los resplandores incandescentes de sus vientres
se sienten como extrañas piezas, adjuntas a un cuerpo inerte,
sin sensaciones, demolido por el roce constante del viento.
Cada fecundo instante, se extravía el sol,
y los horizontes se funden en una aurora para apartar los caminos,
dejando así solo una confusión de voces
y un desastre que se hace inminente.

Ustedes, ruinas mías, cantos aborígenes de pájaros y bestias,
valles roídos por el cieno que curte
hasta las miradas menos piadosas,
una estirpe en tu nombre,
hombres del ayer sumergidos en el asfixiante hoy,
como disfraces extraños, se mezclan entre la indiferente multitud,
conquistados por las columnas de basalto,
sepultados bajo lozas de concreto,
sin festejos, sin llantos,
adornados con símbolos de papel
que no guardan significados ni historias que contar;
retoños del pastizal,
sus manos corroídas por el tiempo
y la sensación de luces cada vez menos visibles,
una y otra luz que se apagan,
mientras al rey Jagüar no le queda otra opción que engullirnos
para proteger sus palacios de roca y madre selva.

Suramérica, reina y vasalla,
paraíso corrompido por los frutos podridos de tus propias tierras,
hijos necios, agitados en probetas,
renombrados sin nombre,
cantos aborígenes y lluvias que se niegan a venir,
fantasmas de sabana cuidando nuestro descanso y, una vez más,
la corriente de un caudal que rompe el silencio de la noche
con unos colmillos de marfil prestados,
no distingue fronteras y arrasa con la suciedad a su paso,
bestias inefables, hombres malditos,
luciérnagas sin luz, hombre sin espacio ni tiempo,
hombres solitarios, vagantes, errabundos,
nómadas sin tribu.

Otra vez, es el alba y, otra vez, el hombre se equivoca...

jueves, febrero 15, 2007

Reina de Corazones

En la orilla del peñasco se apoyaban tus últimos alientos,
cansada de vagar y de tragarte las luces iracundas de esas viles calles
que nunca te brindaron su cobijo, ni siquiera palabras de bienvenida,
mientras tu, en la búsqueda infatigable de un respiro sin trazas de uso,
libre del diario trajinar de la cotidiana vida,
seguías estática, sin poder alejarte del bullicio
y de las calamidades de la gran Babilonia.

Tu no lo sabes, pero mientras hacías ese camino,
que amoldaste como si de una masa informe se tratase,
hasta convertirlo en un puente que te llevo hasta este paraje,
yo de lejos te observe, y apunte en las arenas movedizas
las cifras correspondientes al tiempo que te tomo llegar hasta aquí.
En dicho recorrido calcinaste las nieves de los montes
en tu escalada hacia las nubes,
te tumbaste sobre una de ellas y le conferiste dotes de alfombra voladora,
a pesar de no poseer lámparas mágicas
habitadas por genios que complacieran tus deseos.
Luego, te lanzaste por los aires en caída libre,
derritiendo el viento a tu paso,
rasgándolo en mil pedazos hasta enterrarlo entre las dunas
y la vegetación xerófita que amortiguó tu leve paso por sus praderas espinosas.
Más tarde, corriste sobre los lagos, dejando pisadas de fuego entre sus aguas,
y en remolinos, sumergiste vidas pasadas, tristezas interminables,
vidas que no valían la pena.

Furia eterna desatada cabalgando sobre tus espaldas,
entregada a las hordas de vasallos que aclamaban tus logros,
guardaespaldas de tu última gran misión: Desorbitar los planetas a tu paso,
y atrapar las constelaciones en tus redes de telaraña,
para vaciarlas en el rincón más inhóspito de un agujero negro,
y así robarle esa sensación de venganza a la noche.
Quemando palacios de reyes condenados a tu exilio,
cabizbaja ante la adversidad, pero nunca rendida,
empuñaste nuevamente la espada para desangrar las miradas de hipocresía
que no toleraban tu magnanimidad...

Pero nunca te preguntaste cuantos de esos súbditos en realidad te adoraban,
y cuantos otros esperaban solo las lisonjas,
para hacerte resbalar sobre tu generosidad desmedida.
Reina ¿Quieres saber cuanto tiempo ha transcurrido desde entonces?
Ninguno, cada grano de arena permanece aquí apilado,
las agujas del reloj paralizadas,
el sol sigue siendo el mismo de aquel verano,
y tu no te has movido de ese trono, haz permanecido siempre ahí,
al borde del precipicio, soñando sueños de otros,
creyéndote en pieles que no son las tuyas, y yo,
yo siempre intentando alguna maroma,
algún truco que te distraiga de tu letargo,
más este traje de bufón, que alguna vez fue de alegre multicolor,
ya comienza a hacerse harapos.


Suertes van, suertes vienen, yo me conformaría con que fueses real,
Reina petrificada, hecha de sueños, de ilusiones,
mientras tanto pediré otra baraja para ligar una Reina de Corazones.

jueves, enero 25, 2007

Odas a la Luna

Solía vagar estos bosques solitarios,
meditabundo,
sin mayor compañía que la de mi manada,
errantes,
buscadores de libertad, horizontes y aventuras...

Cada día disfrutaba esperar a que cayese la noche
y nos cubriera con su majestuoso manto
de oscuridad taciturna y perpetua,
llenándonos con su vacío ennegrecido
y con su lecho estelar,
siempre igual de prepotente,
engalanada con su brillo eterno.
En esos momentos decidía separar mi rumbo de los demás y,
siempre en soledad,
dedicarme únicamente a aguardar tu salida,
cada noche,
esperando que tu movimiento menguante cesase
y diera paso al esplendor con que nos deleitabas
de a poco en poco, refulgiendo,
cada vez más imponente ante mis ojos,
yo al borde del desespero, de las ansias,
hasta que al fin llegaba la noche mágica y perfecta,
esa en la que los océanos se mecen sobre su lecho
y alborotan sus aguas, en una sacudida constante,
danzando a tu ritmo,
en un rito de veneración por tu llegada,
nos enviabas el regalo de las mareas,
yo allí, aguardando,
y justo en tu plenitud
te dedicaba un canto salvaje,
el mismo que oías cada noche
al momento de mi dulce caída,
tras el hechizo expelido por la aurora que te circunda
cuando decides esconderte tras las sombras nebulosas.

Durante muchos años he corrido en estampida sobre la bruma,
conduciendo mis instintos, para evitar caer en la tentación,
insistiendo,
igual que la abeja insiste en violar a la flor,
para luego robarle su polen y alguno que otro placer
a fin de confeccionar su dorado tesoro, almíbar de reyes,
y aún insatisfecha,
proceder a insertar alguno que otro aguijonazo
en procura de evitar que manos envidiosas roben lo que ella ha hurtado...

Acostúmbrate luna,
¿Acaso cuándo has sabido de lobo alguno
que deje de llevarte su serenata de aullidos?
¿O de alguno que cese en la persecución de su presa
y caiga rendido ante tu resplandor?
En cambio, entrégate a mis fauces
para que te sea menos doloroso,
permíteme devorarte,
destrozarte la armonía,
y cuando haya acabado
no tendrás que seguir esperando
la vana promesa que te hizo tu dios
de bajar algún día a tierra.
Los dioses, ellos siempre se andan por las nubes,
y si no me crees,
obsérvate tu misma reflejada en las olas.

Puede que yo no sea más que un simple lobo hambriento,
puede que no posea naves intergalácticas de increíbles artefactos
como las de Gagarin o Armstrong,
que me permitan llegar hasta tus aposentos
y navegar tus mares nacarados,
pero puedes apostar con los ojos vendados
que la próxima vez que duelas,
mi aullido despiadado será el canto sempiterno
que te seducirá de una vez y para siempre.

Desde esta orilla del Universo, apartado de mi jauría,
miro a tientas, observando de reojo el vaivén de los siete mares
y no logro hacer que tu reflejo desaparezca,
aunque ya he devorado todas esas aguas con sabor a sal...

lunes, enero 15, 2007

Enroque de Sirenas

Descubierta al fuego
Paseando tus pelusas
Caricias de un ciego
Naufragado en los escombros de tu piel
Toda tu cadáveres
De espuma y arena
Un canto enloquecido
Irritando las pupilas
Que te observan regresar
Entre máquinas de vapor
Albergando un nuevo olor
Y una despedida que se borrará
Al instante
Mientras derramas la hiel
Las escamas se te caen en tropel
Desnuda...

Y entregarme a la locura
Una vez más
Y embriagarme de amargura
Y de un rayo de sol
Enredado en la paciencia
Como quema
Quema aprisa
Si me escondo
Me haré trizas
Vamos ya sirena encuentra el mar
Que poco a poco te deslizas
Vamos ya sirena encuentra el mar
Para que puedas soñar
Vamos ya sirena encuentra el mar
Y te sientas a cantar...

Satisfechos los oídos
Lima un corazón ya desgastado
No soportará otro grito, despiadado
Y se arrastra a la cornisa
A contar sus propios brillos
Destellos de alta mar, que no se deja navegar
Hundido en el baúl de los tesoros
Un acuario que sirvió de cárcel
A un cadáver
Naufragado en los escombros de su piel
Y escamas con sabor a hiel...