miércoles, septiembre 11, 2013

INEXORABLES

-Alba Brunetti: ¿De qué habla ese libro que no te quieren publicar?
-Tommaso Cantone: Habla de dos personas que se separan. Una sufre
y la otra no. Pero, lo que cuenta, es que no hace falta
tener miedo de dejar las cosas. Porque, todo lo que importa,
no se deja nunca. Aunque queramos dejarlo.

-Alba Brunetti: Así que, al final, no se deja nada ni a nadie.
-Tommaso Cantone: Sí.
De la película "Tengo algo que deciros", de Ferzan Özpetek e Ivan Cotroneo.

 



















Que esa tenacidad que te agiganta
nunca te abandone
pero que no causare mayor estrago tu huracán
que el de arremolinarme los brazos
en torno a la cascada que se cimbra
bajando desde tu vedeja
hacia la santidad de tu cintura
En cambio que ostentes siempre
ese rostro pálido, bañado de sonrisas
que regocijan las mañanas,
y que acerca de ese talante irremediable
con que enfrascas tus decisiones
reflexionases con alma en mano,
como en alguna de esas visiones que
me han invadido en mis horas de tregua:
"Sabes, la inalterabilidad se me ha desmenuzado,
cuando me ha enseñado este corazón silente,
desde su lecho oscuro,
a cobijar sentires que me eran
foráneos/desconocidos.
Y alguna vez aquella radicalidad
que pregonaba orgullosa,
se me ha esfumado de a poco en poco,
a causa de saberme insípida,
empalagada de soledad,
ávida de otras pulsiones"
Y yo enrojecería sangre toro,
herviría como el interior de las montañas,
resoplaría arduo como el trueno y
como un campanario resonaría mi esqueleto,
podría incluso hasta labrarme un par de alas
porque entonces, el vuelo al que me incitarías
se me haría costumbre
como a cualquier pájaro errante
hijo del viento





















Yo sé de las dificultades
de reimpulsar la rueda que hace
girar nuestras franquezas,
esas que atenazan nuestros recuerdos
y a veces los disminuyen
a un mero desencuentro
Pero, cada vez que el día se vacía de luz
y se deja invadir de negros firmamentos,
de confines inexplorados,
anhelo como un monje ante un santuario
que esos conjuros inexorables
se aparten de tu mirada
y en cambio pueda yo invadirte
con el reflejo de estos ojos
que navegan perdidos en la
espesa inmensidad de los tuyos
hurgándote un atajo,
o algún laberinto
por el que pueda colarme como hormiga
exánime hacia la ambrosía
que mana secretamente
desde el manantial de tus labios,
desmantelarles la soberbia,
ensortijar los costados
de esa boca que fue mi cómplice,
mi confidente, psicoanalista,
complacientemente risueña





















Confieso que yo, acaso al igual que tú,
palpito con un corazón testarudo/abestiado
Mi afrenta huye de los desdichados
que anuncian cielos de menta
vacilando auscultar
los techos raidos de nuestras miserias.
Y así corro despavorido
como un espectro hacia tus brazos
que se revelan benditos
Porque temo del clamor de los correctos
el halo perfeccionista
el hedor a filántropia
Heme aquí tan obcecado como tú
inminente como el final del vendaval
en que atrapados
finalmente nos hemos hallado
el uno
al otro
atrincherados
tú en tu inmutable incredulidad
yo en esta absurda transparencia
de mi sensiblería.

Tú sabes a que me refiero. Para ti, con todo cariño H.A.
Tarde del 28/09/13. Noche del 07/09/13.

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