Porque hubiese en el terciopelo
azabache que te recubre
signos que fuesen míos
Un cimiento de alma enraizado a mis angustias
Preferir otra secuela a la palabra acerba
Lirios verdes enmarañados en un nicho
ajeno a esta existencia
En cuantos rumbos te encontré
y siquiera un llanto tímido
Cuantos mundos tú dejaste
encadenándoles a mis vanas luchas
Magro horizonte ¡Sal de sus neblinas
y enséñame sus esperanzas!
Cuece el viento con tu rocío,
permíteme esta escarpada
Truncas sueños de alimañas,
quiebras fronteras alucinógenas
Musitas un olvido y de inmediato una llama anciana
late en sus cenizas
El temblor se siente a gusto
burlando al sol cansado,
azotando mi herrumbre
Compraré una nueva sombra que
manche todo el escenario en el que
cuelgan desvencijados los locuaces que
te dieron nombre,
espalda,
pudor,
sonrisa,
veredicto
Nace un nuevo esqueleto
del clamor de esta piel mía,
arrollada por la incertidumbre,
recordada por el destino
En la paz viva aún, solo yacen tu,
el miedo,
mis ansias,
un albor usado,
peregrinos desandantes
y el terciopelo azabache
de signos indescifrables
Alguna vez, lo mismo que un glaciar,
yo también he muerto
Y alguna vez el mar
también se ha equivocado.
A Gezzire (21/12/2010)
1 comentario:
Todo un mundo de equivocaciones.
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